lunes, 9 de agosto de 2021

Oriente - examen semestral por Alexandra I. Chen

 Por Alexandra I. Chen

Julio 2021

¿Qué es el libro de los muertos?

Es una de las fuentes fundamentales para conocer la vida eterna del antiguo Egipto. Para los egipcios la eternidad es movimiento, donde para llegar a ella es necesario la lucha continua y apurada. Consistía básicamente en una especie de manual de instrucciones con conjuros y palabras de poder que ayudaban a superar las pruebas y proteger de los riesgos por los que debía pasar el difunto para asegurarse un tránsito favorable al Más Allá. Además, los conjuros tenían una variedad de propósitos para la protección en la vida diaria egipcia, como expulsar espíritus malvados, combatir enfermedades, evitar la mala fortuna y gozar de un perfecto estado de salud para alcanzar una larga y sana vejez. Los egipcios creyeron en un mundo de fuerzas imaginarias poderosas y sobrenaturales, este libro nos deja como mensaje que el hombre a través de los años tiene una gran esperanza de la vida después de la muerte y que anhela su redención para poder llegar a la eternidad en el Más Allá.

La función de los hechizos

Cuando morían los egipcios eran embalsamados junto con el libro de los muertos, este anticipadamente tenía que ser pagado con alguna cosa de valor, pues se suponía que en el Más Allá se necesitaba su contenido de conjuros, súplicas y oraciones para poder alejar los peligros del Duat, el Más Allá, y ser recibido como parte de los dioses y así tener poderes especiales para protegerse y si el hombre es puro, puede adoptar cualquier forma que desee, mientras su objetivo final era la salvación. (Conjuro 17)

La preparación en vida

Por ser el texto más leído del antiguo Egipto, se considera que los egipcios lo leían diariamente para su propio beneficio. En el Conjuro 125, el texto indica instrucciones con valores morales. Ponen de ejemplo el mito de Osiris, donde pensaban que la única condición para llegar al Más Allá era que el espíritu del fallecido fuera juzgado según su conducta mientras estaba vivo.

Como en vida los egipcios conocían a sus dioses, así mismo todos los seres imaginarios existían en el Más Allá, y el que conociera sus nombres se sentían sometidos a su servicio, ya que, de cierta manera, los nombres otorgaban una herramienta de control. Esto lo podemos ver en el Conjuro 148; ‘Te conozco y conozco tu nombre, y conozco los nombres de los cuarenta y dos dioses que están contigo en esta Sala de la Justicia’. Los primeros capítulos del Libro de los muertos nos relatan el trance de la persona fallecida, entre la vida y la muerte; pero, lo más importante del trayecto era conocer los términos técnicos para hacer más fácil el recorrido del difunto. En el Conjuro 1 se menciona que, si la persona se lo aprende en vida, y lo escribe en las paredes de su sarcófago de forma voluntaria, podrá entrar o salir de su mansión sin que nadie se le oponga y será igual de venturoso que en vida.

Preparación de los sacerdotes en el ritual

La integridad del cuerpo y la belleza corporal eran importantes para los egipcios, por lo que pensar en la corrupción y la decadencia en el plazo de tiempo de autodestrucción de los cadáveres les ocasionaba miedo y disgusto. En el Conjuro 154, el cuerpo retenía su genuina forma humana en el Otro Mundo, era frecuente que las vendas que envolvían a las momias llevaran inscrita este conjuro, para prevenir la descomposición. Además, recitando el Conjuro 181, el difunto ayudaba a Osiris a preservar intacto su cuerpo y al mismo tiempo, el difunto derrotaba la decadencia.

A pesar de que existiesen estos Conjuros para evitar la descomposición de los cuerpos, el proceso de momificación artificial empezó a ser usado desde fechas tempranas en el antiguo Egipto.

En su estado más avanzado, se extraían el cerebro y las vísceras con una incisión en el costado. Luego se momificaban por separado y se enterraban en cuatro vasos canopos con textos en jeroglíficos en el exterior, y eran convocados bajo la protección de los cuatro hijos de Horus: Hapy, para los pulmones, Qebeh-senuf, para los intestinos, Amset, para el hígado; y Duamu[tef] para el estómago.

Además, las tapas de los vasos canopos tenían la forma de la cabeza de los cuatro dioses; forma humana, de babuino, de halcón y de chacal. Extraídos los órganos internos, se echaba natrón sobre el torso y las extremidades, para así, secar el cuerpo. El cuerpo se vendaba con bandas y sábanas de lino.

Los egipcios consideraban la sustancia cerebral como sustituible, por lo que no necesitaba un protector divino. Mientras que el corazón era la sede de la consciencia, o sea que era la ‘fuerza primordial del cuerpo’. El corazón se extraía durante la momificación, pero después se colocaba nuevamente en el cuerpo antes de la operación del vendaje.

En cuanto a lo que indica el Libro de los muertos, el sacerdote debía seguir aproximadamente el siguiente ritual:

·   Declamar el conjuro 13 sobre un brazalete de flores Ahkham, puesto sobre la oreja derecha del muerto. Declamar de la misma forma sobre otro brazalete que tenga un paño de tinte púrpura, en el que se debe inscribir el nombre del difunto el día del funeral.

·    Recitar también lo indicado en el conjuro 18.

·    Colocar una corona debidamente consagrada sobre el rostro del muerto y recitar el conjuro 19. Durante este tiempo, el sacerdote, pronunciando el nombre del difunto, arroja incienso sobre el fuego. Esto asegura la victoria del muerto sobre sus enemigos durante el pasaje hacia la muerte. Este conjuro es de poder infalible si se recita al amanecer, dos veces seguidas.

·         Recitar el conjuro 20, para que el difunto pase sin riesgo la zona de fuego y llegue al campo luminoso del día.

·         Luego de estos conjuros, y ya con el muerto en el sarcófago, se inician los rituales para revitalizar los sentidos. Inicia con la abertura de la boca del difunto a través de un instrumento especial y con ello se le devuelve la facultad de la palabra (conjuro 23).

·         A través del conjuro 25, restituye la memoria del difunto haciéndole recordar su nombre. También se restituye su corazón (conjuro 26) y se dicen las oraciones del conjuro 30 sobre un escarabajo de piedra ornado de cobre y decorado con un anillo de plata para que el corazón del difunto no sea rechazado. Este escarabajo se coloca en el cuello del muerto.

·         Ya en el sarcófago se debían realizar los rituales que permitían revitalizar los sentidos. Entre estos rituales estaba el de la apertura manual de la boca, y de allí se abrían a través de otros conjuros los ojos, las orejas, la nariz y la boca. Una vez que el difunto recuperaba sus sentidos iniciaba el trayecto correspondiente.

Hechizos o conjuros en los pasos importantes del trayecto

Los egipcios creían que las almas de los muertos emprendían un viaje subterráneo, como el dios Sol o ‘Ra’ lo recorría durante la noche.

Los antiguos egipcios creían que el Occidente, el lugar del amanecer, al otro lado del río, era la morada habitual de los muertos. En el Conjuro 9, se imagina un viaje desde el interior de la tumba ‘el interior de la Duat’ y cuenta con la fórmula del espíritu del difunto para salir tras abrir la tumba, para empezar su camino hasta el reino del día, donde se encontrará con su alma y al dios Osiris. El Conjuro 17, inician las oraciones y describe la entrada o la ‘puerta santa de la Duat’. En el Conjuro 13 también indican la fórmula para entrar en el Occidente y salir de él ‘Abridme un camino, para que pueda acceder y adorar a Osiris, el Señor de la Vida'.

En el Conjuro 99A y 99B, indica la fórmula para que el difunto tome control de la barca celestial al reino de los muertos. El viaje comienza en el ‘astillero de los dioses’ en Heliópolis, el centro del culto a Ra, según menciona el Conjuro 136A.

Durante este trayecto, el fallecido montado en la barca de Ra se enfrenta contra seres peligrosos y hostiles, que representan las fuerzas universales del caos e intentan impedir renacimiento en el Más Allá. El peor de ellos era la serpiente llamada ‘La que vive con su fuego’; ‘Apofis’, una serpiente de un poco más de 15 metros de longitud que se encontraba en la cúspide de la montaña.

La serpiente trataba de impedir la navegación de la barca sagrada con el objetivo de confundir a los tripulantes. Apofis cada día amenazaba a Ra durante su viaje subterráneo. El Conjuro 108 del libro de los muertos se refiere a la amenaza de Set para proteger a Ra en contra del temible reptil: ‘Retírate ante el agudo hierro de mis manos! Me alzo frente a ti; veo a lo lejos y navegaré a mi satisfacción’.

Si el difunto admite haber causado un daño, ruega por su perdón, como indica el Conjuro 14. El Conjuro 68, es un mantra para otorgarle poder al espíritu desamparado en la primera ocasión que se encuentre en el Otro Mundo.

El viaje: caminos, ríos y obstáculos

A pesar de que no existe ningún mapa del Otro Mundo, todos los lugares descritos del viaje son obstáculos potenciales con cuyos moradores (sea la serpiente, monstruo, animal salvaje o guardián) se debe negociar para continuar el viaje.

El espíritu del difunto se aproximaba a Osiris siguiendo el Occidente, pasando por un laberinto y por una serie de puertas numeradas, cada puerta tenía un guardián. En el Conjuro 146 indica que son 21 puertas, pero en el Conjuro 144 leemos que son 7 las puertas para llegar hasta Osiris. Ante cada una de ellas, el espíritu del fallecido debía mencionar el nombre del guardián. En cada ocasión, la puerta le decía: ‘Pasa, pues eres puro'.

El Conjuro 127, son puertas que guardan el recinto de Osiris. Este Conjuro indica lo que el hombre debe decir al momento de presentarse ante los dioses de las cavernas para entrar a ver el dios en la Gran Mansión del Otro Mundo.

El Conjuro 149, mencionan 14 lugares sagrados, once son verdes y tres de color amarillo. Cada montículo posee una característica distinta. El sexto es ‘una gruta consagrada a los dioses, oculta a los espíritus e inaccesible a los difuntos’. El decimocuarto desvía el Rio Nilo y ‘provoca que venga cargado de cebada. La serpiente que le pertenece está en las cavernas de Elefantina, en las fuentes del Nilo’.

Ritual del pesaje del corazón.

El momento culminante del juicio es la confesión del 'pesaje del corazón’ frente a Osiris primeramente y luego ante otras divinidades. El corazón se consideraba la sede de la consciencia, el pensamiento y la inteligencia. En un plato de la balanza, sostenida por Anubis, se colocaba una pluma de avestruz, que simbolizaba la justicia; en el otro plato se depositaba el corazón, que simbolizaba las acciones realizadas por cada persona. El difunto se salvaba cuando la pluma y el corazón quedaban en equilibrio.

Tanta importancia se atribuía al pesaje del corazón que los egipcios elaboraban un amuleto específico, el escarabeo del corazón, que, como su nombre indica, se colocaba sobre el corazón del difunto durante el proceso de momificación. En el reverso del amuleto se inscribía siempre el Conjuro 30 está destinado a impedir que el corazón hablara en contra de él, evitando que el muerto sea rechazado. Mientras que en el Conjuro 27, el difunto ruega a los dioses que su corazón no le sea arrebatado.

Finalmente, los dioses proclamaban su veredicto. Aquel cuyo corazón hubiera pesado demasiado en la balanza era considerado impuro y condenado a castigos, como sufrir perpetuamente de hambre y sed, eran quemados al atravesar un lago o cocidos en un caldero y una bestia salvaje los devoraba. En cambio, los justificados tenían motivos para felicitarse. ‘Aunque yazgo en la tierra, yo no estoy muerto en el Occidente, porque soy un espíritu glorificado para toda la eternidad', dice una fórmula del libro de los muertos. Ante ellos se abría el paraíso de los egipcios.

Los dioses que se encuentran.

Osiris: El dios del inframundo. Inventor de la agricultura y la religión. Responsable del juicio de las almas.

 Anubis: El dios con cabeza de perro salvaje, dios de la momificación; que recibe el alma cuando despierta e inicia su viaje por la Duat, y le aconseja mientras le acompaña hasta el juicio de Osiris.

Tot: El dios de la sabiduría, el lenguaje y la escritura. Era dios de Hermópolis (Egipto Medio). Está al lado de Osiris al momento en que se realiza la ‘confesión negativa’ durante el juicio de la pluma o pesaje del corazón.

Maat: La diosa de la verdad, equidad, la justicia y la armonía en el Universo. Hija de Ra.

Ptah: Señor del corazón y de la lengua.

Amón-Ra: El Sol, la luz, el calor y la vida. Su símbolo era una piedra puntiaguda, halló expresión arquitectónica en las tumbas piramidales de los antiguos reyes egipcios. Todos los faraones eran 'hijos de Ra’. Creo la sucesión de ocho dioses, entre ellas; Osiris, Isis y Set.  

Set: Era el sur (Alto Egipto), de naturaleza violenta, la oveja negra de la familia (Osiris, Isis y Horus), luchó contra su hermano Horus y atacó su ojo. Desafiaba a Osiris y protegía a Ra.

Horus: era el norte (Bajo Egipto), castró a Set. Hijo de Osiris e Isis. La restauración de su ojo es símbolo de integridad y completitud.

Shu: Dios de la luz y el aire, creó el entorno necesario para la supervivencia humana.


Gueb: Símbolo de la tierra
Nut: Diosa del cielo.